viernes, 24 de abril de 2009

Crisis: ¿no será la distribución de la riqueza?

La equidad no sólo es moralmente mejor, también resulta más eficiente
Sobra capacidad para producir. Falta capacidad para comprar
JUSTO ZAMBRANA 24/04/2009 / El País.com
Si algo se echa en falta en la galopante crisis económica que nos anega es la existencia de un marco teórico que permita explicar por qué ha pasado lo que ha pasado y, sobre todo, cómo recuperar la senda del crecimiento, a ser posible, equilibrado. La inmensa mayoría de los economistas, adeptos de las teorías neoclásicas en que había desembocado el monetarismo, callan. No sabemos si con propósito de enmienda o sólo a la espera de volver a la carga.
Por su parte, los contados neokeynesianos existentes y, masivamente, los líderes políticos se afanan en atajar una enfermedad cuyo diagnóstico no parece estar muy claro. Más parecen curanderos que médicos. Se recurre a Keynes, y es lo más sensato. No veo otra opción. Ocurre, sin embargo, que Keynes analizó la situación hace más de setenta años, y, desde entonces, muchas cosas han cambiado.
Dos resultan especialmente relevantes en la génesis de la crisis actual: una, la conversión del capitalismo industrial en capitalismo financiero. Hoy, de cada 100 transacciones que se realizan en los ampulosamente denominados "mercados", más de 90 son meramente financieras. Dinero por dinero.
La segunda es que el modelo keynesiano está referenciado hacia economías cerradas de Estado-nación y ahora la realidad es la de un mundo globalizado y, si se me permite el barbarismo, instantaneizado desde el punto de vista financiero. ¿Cómo hacer si el papel del rico prestamista, acumulador de capital, ya no es una gran industria nacional sino una nación nominalmente comunista llamada China? ¿Cómo controlar esta nueva multiplicación de los panes y los peces que son los "apalancamientos" financieros que crean dinero de donde no lo hay llevando las burbujas a las "exuberancias más irracionales"?
En este tipo de situaciones, nada más útil para abordar lo novísimo que echar mano de lo básico. Para la fronda del árbol, la raíz. Espero que si algún término suena a marxismo no se produzca un rasgar de vestiduras. Sobre acumulaciones, crisis y ciclos, Marx es un referente ineludible, tanto o más que Ricardo. A Marx le sobra Hegel, pero no Ricardo.
La crisis económica que se desencadenó en 1973 con la guerra del Yom Kippur y la subida de los precios del petróleo fue una crisis de oferta que marcó el fin de la era keynesiana, iniciada en los años treinta como respuesta a la Gran Depresión.
En la década de los setenta, la economía había entrado en situación de estanflación, inflación sin crecimiento. El diagnóstico que prevaleció fue que los salarios y los impuestos habían crecido tanto que no se generaba suficiente "excedente de explotación" para invertir al ritmo que la tecnología demandaba. Un sector público hipertrofiado e ineficaz ahogaría la iniciativa privada al mismo tiempo que exigía crecientes recursos que sefinanciaban vía déficit públicos, generadores, a su vez, de inflación al aumentar indebidamente la oferta monetaria. En términos de vieja economía política, una "caída de la tasa de ganancia del capital" provocada por un exceso de distribución de la renta. ¿Causantes? El Estado de bienestar pujante y las instituciones que lo acompañaban. Contra todo ello levantaron bandera política Reagan y Thatcher. Y hasta hoy.
Hoy deberíamos pensar que, como en 1929, estamos en la situación inversa. Por tanto, sacar las consecuencias políticas contrarias. La crisis no es de oferta, sino de demanda. El capitalismo ha vuelto a lo que solía: crear más oferta que demanda. Por todas partes sobra capacidad instalada para producir, y lo que falta es capacidad para comprar. Las sucesivas burbujas tecnológica, inmobiliaria, etcétera, que se han producido desde hace 15 años nos indican que, por vías reales o ficticias -quizá mitad y mitad-, había más dinero disponible que capacidades de inversión. Ésa es la esencia de toda burbuja, desde los tulipanes, en la Holanda del siglo XVII, hasta las punto.com de ayer. Estaríamos, pues, en una crisis generada por una sobreexplotación que produce un exceso de acumulación de capital.
¿Detrás de ello qué hay? Pues simplemente una injusta distribución de la renta, tanto en términos nacionales como internacionales. Y así es. Aunque pocas veces se la sitúa en la génesis de esta crisis.
En Estados Unidos, en los últimos años, se ha producido un sesgo sin precedentes históricos a favor de los beneficios empresariales. El porcentaje de renta nacional dedicado al pago de salarios es el más bajo desde que hay estadísticas, en 1929. Desde 2002, los beneficios empresariales han crecido ocho veces más que los salarios, y por eso no sorprende que los ricos hayan incrementado su riqueza nueve veces más deprisa que los pobres. En China, la distribución de la renta es peor que la de Estados Unidos. Para muestra, un botón: el índice de Gini, que mide la desigualdad en la distribución de la renta (0: igualdad absoluta, todos iguales. 1: desigualdad absoluta, uno se lo llevaría todo), en Europa se mueve entre el 0,25 y el 0,35; en España, por cierto, es el 0,34. En Estados Unidos es el 0,40, y en la comunista China, el 0,46. Este último, en el furgón de cola. La Eurozona, por su parte, ha resistido mejor, pero en la última década los salarios reales han crecido la tercera parte que la productividad, y en el último quinquenio, sencillamente, están cayendo. No hablemos del antiguo bloque comunista, con sus nuevos y estrafalarios millonarios, o de otros lugares del mundo.
Una de las novedades que la crisis ha traído consigo es la vuelta de la problemática socioeconómica a las parrillas de alta audiencia de televisiones y radios. La posmodernidad se esfuma, y en la sociedad líquida emergen los arrecifes. Los problemas identitarios y el sinfín de acontecimientos llamativos que reclamaban la atención de los medios ha cedido el paso a las tasas de paro, las caídas de ventas, las quiebras empresariales y la marcha de las bolsas de valores. Entre tanto fragor, muy pocos parecen hablar sobre la vieja historia de la distribución de la riqueza. Para los iniciados, las páginas salmón de la prensa narran las Technicality en las que se han movido las burbujas. Y ahí se paran. No en vano, venimos de una economía apolítica en una sociedad que se pretendía poseconómica.
Se piden más controles públicos sobre el mercado, pero se oyen pocas voces pidiendo más igualdad. Se culpa de la crisis al descontrol en la codicia, pero se habla poco de las injusticias subyacentes. No se ve que la izquierda política levante contra "la sociedad de la desigualdad", que se nos viene presentando como si fuese "la naturaleza de lo social", una bandera teórica y política tan nítida y decidida como la que, en su día, el neoliberalismo conservador levantó contra el Estado de bienestar. Se oye poco decir que la equidad, además de ser mejor moralmente, es también más eficiente.
Ciertamente, sería ingenuo no tener en cuenta la tremenda complejidad en la que hoy se desenvuelven los parámetros económicos que marcan las diferencias entre ricos y pobres. Todas las Technicality me parecen pocas para explicarlos. Pero más ingenuo, o mayor impostura, sería pensar que las relaciones de dominación entre humanos han desaparecido de la historia. Por eso la economía es siempre economía política.
Justo Zambrana, subsecretario del Ministerio del Interior, ha publicado El ciudadano conforme (Taurus) y La política en el laberinto (Tusquets).

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domingo, 19 de abril de 2009

Economía y psicología en tiempos de recesión económica

José Fuentes-Salinas es graduado de la facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Querétaro, México.
¿Cuál es el papel de la subjetividad individual en los vaivenes de la economía actual en crísis?...
Más allá de los factores materiales del mercado, ¿hay otras cosas menos visibles que deberíamos tomar en cuenta?
Todo parece indicar que sí.
Negación de la realidad y la manipulación de la expectativas.
- Hasta lo que ahora se ha dicho, buena parte del problema se derivó del derrumbamiento del mercado inmobiliario. En este, por un lado se generó una creciente expectativa de que las casas eran una forma de inversión al alcance de todos, y, por el otro lado, las compañías crediticias y las entidades reguladoras no les pasaron a los consumidores la "prueba de realidad" para saber si realmente podían pagarlas.
Confianza del consumidor, precauciones reales y exageradas.- Cuando se presentan los primeros signos de la crísis económica, la oferta de casas supera la demanda, las casas pierden su valor y son hipotecadas, la mayor disponibilidad de casas hace que los bancos se vayan en picada y que los créditos se dificulten. Como una reacción en cadena, baja el consumo, empresas diminuyen sus inventarios, recortan personal...
Cuando los medios de comunicación empiezan a enunciar las características de la crísis, como la "mayor desde la época de la Gran Depresión". Los factores subjetivos del consumo se hacen presentes en forma de una desconfianza con respecto al futuro.
Es en este eslabón donde la psicología del consumidor empieza a jugar un papel más importante. Ya no solo quienes habían perdido sus casas o su empleo rebajan el consumo, sino quienes temen que ellos mismos se podrían ver en una situación semejante.
El incremento de los precios de la gasolina del 2008 fue un campanazo más que haría que muchos retrajeran su consumo. Aquí hay que recordar que la Invasión a Irak, que para muchos creó la fantasía de que el petróleo se abarataría, tuvo un efecto desastrozo cuando se visualizó como algo más complicado que impediría el control de sus recursos petroleros.
Psicología del consumo individual y realidad macroeconómica.- La economía actual ha generado una serie de comportamientos, algunos de los cuales tienen más conexión que otros con lo que realmente ocurre.
-La inseguridad sobre el comportamiento de los precios de la gasolina redujo el uso del auto y creó expectativas exageradas en los autos híbridos y eléctricos. Esto hizo caer dramáticamente la demanda de nuevos autos, con la excepción de algunos modelos de bajo consumo de gasolina.
-La caída de los precios de las casas, hizo que muchos posibles compradores se esperaran hasta que la devaluación de la propiedad tocara fondo, incrementando aún más el inventario de propiedades disponibles.
-La mención de "La Gran Depresión" trajo inmediatamente para muchos las imágenes de las lineas de personas esperando un plato de sopa y otras penurias que no necesariamente reflejan lo que podría ocurrir ahora que hay una "paraguas asistencial" más complejo.
-Por otra parte, una vez desatado el desorden en el mercado de capitales, los datos sobre la corrupción en los niveles ejecutivos de los bancos y las compañías inversionistas (bonos exagerados a los CEOS, caso Madoff...) contribuyó aún más a la desconfianza del consumidor.
El mensaje era este: no se puede confiar en la legalidad de la economía de mercado, y el gobierno no ha sido muy eficiente en la supervisión de esta legalidad.
¿Qué se puede hacer?.- Toda la atención del gobierno de Obama está centrada en reestablecer la confianza de los inversionistas y ofrecer, al mismo tiempo, la esperanza a los consumidores de que la economía va a mejorar.
Pero, mientras esto ocurre, las economías locales y regionales ya se han visto afectadas al grado de producir nuevos factores psicológicos que prolongan la incertidumbre y la ansiedad de los consumidores.
El Estado de California acaba de pasar por una de los mayores debacles presupuestales en épocas recientes. El déficit derivado de una menor recaudación fiscal llevó al gobierno de Sacramento a detener por varias semanas el presupuesto del estado. Como resultado, California tuvo que recortar programas sociales y educativos, y aumentar impuestos.
Por otro lado, muchas ciudades han visto disminuída la captación de impuestos, con lo que habrán de tener que recortar proyectos sociales.
Todo este escenario crea condiciones para que no solamente la población desempleada, sino la que aún conserva sus trabajos, se vea afectada por la incertidumbre de la economía.
Además, hay que subrayar que una de las actividades económicas que primero son afectadas en crisis económicas tienen que ver con la salud mental: el recreo (conciertos, restaurantes, espectáculos...).
El ciudadano promedio en esta época está preocupado por:
-Conservar su trabajo.
-Por la disminución del valor de su fondo de ahorro.
-Por la imposibilidad de hacer gastos recreativos que lo mantenían en balance emocional.
-Por la imposibilidad de hacer más por parientes y amigos que han perdido su empleo.
-Por la incertidumbre sobre el futuro económico que le heredarán a las nuevas generaciones.
En este panorama económico, el desacuerdo entre el partido republicano y la administración de Obama es solo un factor agregado a la "crisis de ansiedad" colectiva.
Es por ello que, en el contexto actual, lo que más ayudaría a disminuir las ansiedades colectivas, sería la claridad con que el gobierno de Obama, los representantes de las corporaciones y de la Sociedad Civil tomaran una postura más coherente hacia la crísis económica.
La subjetividad individual, la psicología, tuvo un papel importante en el origen del actual desenfreno económico. La falta de racionalidad en el gasto y el endeudamiento tuvo mucho que ver en los incios de esta recesión. Ahora, una mayor racionalidad en el comportamiento colectivo, institucional y corporativo, es el requisito para que se restablezca la economía.
Recetas para paliar la crisis.- Consumir, ejercer el "poder de compra", no solamente satisface necesidades materiales (alimentarse, vestirse, transportarse...). El consumo tiene un correlato psicológico importante: estar al día con lo ocurre afuera, informarse, disfrutar de lo que ocurre en el mundo, pertenecer a un grupo que se unifica por lo que adquiere, incorporar los símbolos del "progreso"... De ahí que sea importante pensar en ello.
La mejor solución para satisfacer las "necesidades psicológicas" de consumo están en la reducción de los gastos a un nivel cláramente controlable:
-Si no se siente como para echarse el compromiso para comprar un auto, por lo menos cómprese una bicicleta.
-Si no está en situación de hacer viajes largos, por lo menos dese una vuelta a esos lugares cercanos que no son muy caros (cafés, parques, playas...)
-Si no puede está en condiciones de pagar tickets caros para espectáculos, por lo menos váyase al cine.
-Compre aquellas pequeñas herramientas que le permitirían ahorrar algún dinero en reparaciones, o pequeños detallitos personales que le producen pequeños placeres y no le causarán "sentimientos de culpa" posteriores.
En resumen: sea frugal, pero no exagere.

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