lunes, 21 de mayo de 2007

Comentario al libro: Avatares de la palabra

James O’Donnell
Realizado por: Andrés Campoy Alcolea

El autor trata en su obra de transmitir a los lectores, que la palabra escrita, ha sido uno de los soportes fundamentales de la cultura. Sin embargo en la actualidad, la posición de la palabra, se ve amenazada por el inmenso poder de los medios de comunicación electrónicos. Para ello O’Donnell reconstruye la actual revolución de los medios de comunicación, a través de una serie de momentos anteriores con los que realiza una comparación.

En el prefacio de la obra, se plantea interrogantes como: ¿Dejará el ordenador a los libros fuera de circulación?. ¿Qué será en ese caso de los lectores?. Una sencilla contestación a esto sería que la palabra impresa, no ha suplantado a la palabra hablada, la ha completado. Por tanto se pueden recomponer algunas de las conexiones entre el habla, la escritura y la lectura como una perspectiva histórica pero que realmente no es una historia. Todo esto se fundamenta en que la Antigüedad tardía fue un punto de partida para una amplia gama de instituciones.

El estilo de los capítulos, es intencionadamente informal, sin una línea argumental única, centrándose en una serie de meditaciones que tratan las cuestiones y experiencias de nuestro propio tiempo.

Toma como ejemplo el cuadro de San Jerónimo para retrotraernos a la vida escolástica y monacal, con ambiente correcto, libros selectos, dignidad y tranquilidad. El cuadro en cambio presenta una serie de detalles que son mezcla de presente y de pasado, costumbre muy utilizada por los pintores del Renacimiento y que aun en la actualidad está vigente en determinados hábitos de la mentalidad familiar. Al igual que Jerónimo, Erasmo fue uno de los primeros administradores de una imagen propia. Erasmo consiguió crear una imagen de estudioso cálido, amistoso, accesible, humano y razonable que tuvo acogida mucho más allá de los círculos de las ideas que profesaba sobre Dios y el hombre, y que trascendió mucho más de lo esperado. Si amigo y contemporáneo Tomas Moro llevó a cabo con casi tanto éxito una larga carrera como creador de una imagen de sí mismo como un buen humanista, pero su biógrafo más reciente ha sucumbido al fin al esfuerzo del S- XX por situarlo en el lugar que en realidad le corresponde. Sin embargo este aspecto se ve ensombrecido por su imagen de cazador de herejes. Sin embargo, Erasmo sobrevive porque triunfó en sustituir la imagen por el hombre. La repugnancia de algunas de sus opiniones desaparece tras esa imagen.

El pasado por tanto nos sirve para aprender de él y como fruto de la historia tiene dos sentidos. Primero, el placer del acto de hacer historia, en sí mismo es interesante y suficientemente atractivo como para seguir con el pasatiempo, pero quizá no tiene justificación suficiente por el tiempo dedicado a ello. Y segundo: la utilidad de la historia, reside en el agudizamiento de la visión, la mayor conciencia de las diferencias, el respeto por el matiz y el sentido de posibilidades de cambio.

Lo cierto es que, desde Herodoto hasta hoy, el enfoque que suele tener la historia consiste en establecer modelos de valor para la emulación. Lo que Rilke llamó el mundo de la interpretación. Esto ha dado lugar a que culturas muy dispares, muestren visiones muy semejantes. Si tomamos como ejemplo los casos de Jesús, Sócrates, Confucio y Buda podemos ver que estos personajes surgen en un momento de su cultura nativa en el que ocurrían varios acontecimientos relacionados entre sí, pues la introducción de la alfabetización, amenazaba la hegemonía de las aristocracias tradicionales, al mismo tiempo que el comercio rompía el aislamiento y la tranquilidad de las sociedades aisladas. Las ciudades eran el lugar idóneo para poner en circulación las historias, de manera que cada uno de los cuatro idealizó un conjunto contracultural de ideas hostiles a la prisa acuciante de la sociedad floreciente del momento. Jesús representaba el aislamiento y el separatismo del pueblo judío. Confucio no pudo encontrar un príncipe para convertirlo en caudillo sagaz. Sócrates se enfrentó a la ciudad de sus mayores. Todos abanderaron sentimientos que muchos aprobaban, con el aspecto común de su recepción en los siglos posteriores, con continuas reinterpretaciones, asimiladas a las normas culturales occidentales.

El caso de Sócrates es ilustrativo y ofrece a los accidentales que lo examinan un sentido de cálida piedad filial situándose en la frontera entre los mundos del discurso hablado y el escrito, aunque Sócrates prefería el habla frente al escrito.

La escritura nos enseña un nuevo modelo de memoria. Si se atiende a nuestros contemporáneos, uno pensaría que la memoria es como un registro interminable de cinta de audio y de video de todo lo que hemos experimentado y que solo sufre algún error inexplicable en cuanto a vivencias que nos son difíciles de recordar, pero que si lo intentamos con energía, podemos y a veces logramos recuperar la cinta completa.

El prestigio de Platón es tan grande que muchos teóricos e historiadores modernos se ha limitado a comenzar con el filósofo a evaluar el impacto de la escritura y las rivalidades que engendró en la antigua Grecia. La lección de la investigación histórica es que el cambio trae complejidad y una metáfora apropiada para el cambio social será multidimensional y desorientadora como desorientador sería un modelo de algo real de haberlo vivido.

A largo plazo, los logros más importantes de los viejos imperios no tuvieron nada que ver con la política y si mucho con la lengua. La diseminación del griego por el Mediterráneo oriental para ser la lengua franca desde los Balcanes hasta el alto Nilo fue un logro cultural extraordinario y creó una comunidad duradera y poderosa. El logro romano posterior es aún más importante porque los romanos no solamente difunden su lengua por un horizonte todavía más amplio sino que la implantan: en Italia, Francia, España y Rumanía se habla una lengua heredada y difundida por los romanos.

Con la aparición de las nuevas tecnologías e internet, ha surgido con fuerza la idea de una biblioteca virtual, en la que se pueda disponer de toda la información de una manera rápida, cómoda y de fácil acceso. Además de poderse hacer desde donde quiera que uno esté. Esta idea tan actual, ha tenido antecedentes en otras ocasiones, como el intento que se realizó en la biblioteca de París en 1956, con el que pretendía dar sentido a “toda la memoria del mundo”. La enorme compilación que contenía esta biblioteca, era ya en su tiempo como una biblioteca virtual, que la tecnología de 1956 parecía de alguna manera que lo lograba.

Sin embargo, el sueño de una biblioteca universal se fundamenta en chips de silicio teclados, pantallas, procesadores y otros complicados equipos, pero algún día hará que las imaginaciones de hoy parezcan tan anticuadas como aquellas de la biblioteca, con fichas y estantes. A pesar de ello se observa que lo que persiste es la combinación de ambición e ilusionismo en cuanto a las ideas que comparte la gente sobre el actual estado de las cosas. Si la idea de biblioteca virtual es la combinación de inclusión total y de acceso inmediato, la fantasía es casi coincidente con la misma historia del libro.

En el caso de la biblioteca de Alejandría, esta ha asomado como una quimera de poder y gran misterio en el horizonte de nuestra cultura, pero las verdaderas creaciones de nuestra tradición son menos antiguas que eso y vuelven a poner de manifiesto el elemento fantástico de la biblioteca virtual. Esa tradición es latina en sus orígenes, europea en su desarrollo y ahora occidental en su propia presentación al mundo.

Si comparamos dos libros de aquella época: el escrito por San Agustín alrededor del año 397 “Sobre la doctrina cristiana”, en donde sienta las bases de la interpretación de las escrituras, se observa que el libro se queda corto en referencias bibliográficas, porque San Agustín lo escribe como obispo y con la autoridad que ello conlleva; Unos ciento cincuenta años más tarde, Casiodoro escribió “Las Instituciones”, para el estudio de las Escrituras, y a diferencia de San Agustín, era prácticamente una bibliografía anotada. Esto nos lleva a pensar que en los años transcurridos desde San Agustín y Casiodoro, la comunidad cristiana latina, había aprendido a confiar en los textos para muchas cosas y la biblioteca de exégesis había crecido rápidamente. Por la misma época, el monje Dionisio el Exiguo, encontró que las iglesias latinas, solían avergonzarse de una carencia de información precisa sobre la Ley de la Iglesia y reunió la primera compilación de lo que luego se llamaría el Derecho Canónigo. Con estas aportaciones, deja de existir la espontánea comunidad cristiana primitiva donde el espíritu decía libremente lo que se creía y los participantes de la liturgia eran actores, participantes de un guión. Este modelo después resultaría familiar y tal centralización aunque costosa, siempre supone beneficios, pues lo que se pierde en autonomía y espontaneidad se gana en seguridad, control, consistencia y previsión.

La confianza en los textos, implicaba que alguien establecía los textos que se debían leer, pues la invención de la imprenta, cambió muchas cosas, pero algunas esenciales no cambiaron. Históricamente, las culturas dependientes de la palabra, han compartido todas las fantasías de la biblioteca virtual, es decir, han apreciado alguna noción de inclusión total. Lo que logran, siempre se queda corto respecto de cualquier cosa que pueda considerarse una totalidad de la producción escrita que sea de un periodo breve, y han puesto un alto valor al acceso a esa totalidad. Pero con esta visión, se han desarrollado las instituciones físicas que de una manera u otra personifican la biblioteca virtual. La fantasía que comparten los usuarios de una biblioteca, define la comunidad a la que pertenecen. Personifica una visión del mundo y esto parece dar confirmación objetiva a lo que creemos.

Nos podemos preguntar: ¿Qué sobrevivirá de la tradición de la biblioteca virtual en las comunidades conectadas a través de la red?. La palabra escrita en sí misma, vera debilitado su dominio, porque circula el tándem con los tesoros virtuales y sonoros abundantes. Esto nos puede llevar a pensar e que la realidad misma, puede reducirse a un modelo único universalmente compartido, que en el mejor de los casos sería una ficción útil, y en el peor un alucinación que dependerá de la palabra escrita para su ubicuidad y poder. De modo parecido se marchitará el concepto de que el discurso debe fijarse para que sea válido. Según el autor, la fijeza es la única garantía satisfactoria de autenticidad, pero la fijeza, trae consigo la rápida obsolescencia. La idea de fijeza, conlleva la idea de duración. Las buenas palabras se conciben para ser palabras que duren y permanezcan inalterables. Pero si el mundo es un flujo constante, seguramente las descripciones de ese mundo deben encontrar una manera de cambiar para reflejar el cambio del mundo.

El sueño de la biblioteca virtual, está de plena actualidad no porque prometa un futuro interesante, sino porque promete un futuro que será simplemente como el pasado, solo que mejor y más rápido.

La imprenta, permite el poder congelar las palabras en un modelo fijo y duradero que los lectores pueden usar cuando busquen un ejemplar. Pero antes de esa estabilidad los textos solían ser desconcertadamente lábiles. La inclusión de textos en un ordenador es un gran intento por lograr mayor flexibilidad. Los primeros ordenadores los caracteres a 256, incluyendo un conjunto bastante amplio de vocales marcadas para algunas lenguas europeas y unas pocas letras griegas para el uso de científicos. Pero los ordenadores cambian rápidamente. Los cuerpos de información creados para un ordenador están marcados por el tipo de codificación posible y necesario en el momento de su creación. En cuanto cambia el entorno, suele ser necesario hacer unos cambios. La NASA considera este problema particularmente inquietante, pues carretes y carretes de cinta que guardan los datos de ordenador desde los años sesenta, son ahora en el mejor de los casos, una serie de unos y ceros, cuando el hardware en que se crearon ya hace tiempo que se tornó obsoleto y se destruyó.

En los pueblos mediterráneos la escritura comenzó sobre piedra, pero se convirtió en un vehículo útil para la difusión de la información solo cuando la perfeccionó la tecnología del rollo de papiro, o el desplegable. Pero la mayoría de esos tesoros se perdieron y lo que sobrevive, son los fragmentos desenterrados de las arenas egipcias en el último siglo.

El antiguo rollo de papiro era bello de contemplar pero incomodo de utilizar. El tamaño estaba estrictamente limitado, unas mil líneas era lo que el rollo podía contener, y para encontrar en el rollo un pasaje era una consumición de tiempo y un engorro. Esto originó que desde los primeros siglos de nuestra era, comenzara a tomar forma la idea de conseguir un soporte literario formal de páginas atadas según el modelo de la tablilla de cera. El uso de esta forma de códice para textos literarios llegó a ser considerable en el S II, durante el S III se impone y ya en el S IV había ganado la batalla aunque estos manuscritos se transmitieron de forma separada pues cada uno contenía una parte de la totalidad. Los libros que hicieron esa transición con éxito tuvieron la oportunidad razonable de sobrevivir y de ser leídos en los siglos venideros.

Casiodoro ya en su época, quiso crear en Roma una universidad cristiana y una biblioteca cristiana de códices, que como se ha expuesto tenía enormes ventajas respecto al rollo. Primero porque se podía guardar más material en un mismo sitio. Segundo, el códice podía separarse, reunirse y estructurarse a voluntad. Tercero, era posible un acceso no lineal al material en el volumen, sin necesidad de repasa cada página de cabo a rabo. Por tanto el manuscrito era una nueva trascripción de la palabra hablada. Los primeros manuscritos medievales, incluían diagramas acompañados de ilustraciones que ofrecían claves mnemotécnicas para destacar el resumen. En esta edad era ya posible aprender cosas sin retenerlas en la memoria y eso constituye una importantísima revolución.

El formato de la página del códice, prestó por sí mismo un admirable acceso no lineal. El índice, la concordancia, el número de página y los encabezados: todos estos procedimientos de búsqueda de información en el libro tienen antecedentes medievales y de aplicación moderna. La primera consecuencia obvia de estos cambios es que la calidad de acceso no lineal a la información va a aumentar exponencialmente. En ese mundo, la conservación de las fronteras que separan un paquete de información de otro solo es necesaria si lo requiere el destinatario y las estrategias de búsqueda que se concentran en la información más que en la fuente, son mucho más eficientes y más eficaces, afirmando que los hiperenlaces van a ser las líneas dominantes de viaje de un artículo a otro. El escritor investigador sabe cuán difícil puede ser volver a recuperar nuevamente de entre sus propios libros, un artículo encontrado anteriormente.

La libertad de investigación y de expresión exige un mundo donde todos puedan manifestar sus ideas, pero la necesidad de control de calidad exige un mundo donde se otorguen poderes a los editores cuando esas ideas gustan y a los censores, cuando no.
Los códices, conectaban objetos físicos que podían venir de cualquier parte en un plazo de tiempo que podía variar desde algunas semanas antes a varios siglos. La colocación de éstos, uno al lado del otro mejoraba significativamente la organización. Los bibliotecarios cuidan los libros, los encuadernan, dejan que uno los lea, le advierte que lo devuelva cuando a uno se le olvida, y cuando conviene, se preocupa de fotocopiarlo o conservarlo de otro modo cuando se envejece o está algo deteriorado. La investigación académica se resentiría sin bibliotecas.

Merece la pena poder consultar por ejemplo, los catálogos de bibliotecas europeas para buscar publicaciones a las que no se puede acceder fácilmente. Por tanto describir como internet ha llegado a ser ya un tipo de biblioteca alternativa, requeriría otro nuevo trabajo, sin embargo en otro aspecto, internet no es una biblioteca, pues nadie la construyó. No hay una catalogación organizada, no hay compromiso de conservación, no hay sistema de apoyo para ayudar a uno a encontrar un recurso difícil o perdido y finalmente no hay filtro. En internet, nunca se sabe qué es lo que falta. Eso puede cambiar. O podemos cambiar nosotros. De momento, la biblioteca es todavía el paradigma más potente para la organización y la gestión del conocimiento que nunca se haya inventado.

La introducción de caracteres tipográficos móviles causó sin duda una revolución. Esa historia se ha contada a menudo y con detalles. Destaca que la historia de esa revolución se cuenta regularmente y por partidarios de esa revolución. Sin embargo algunos propietarios caprichosos explican la existencia de la mayoría de los manuscritos hechos a partir de los libros impresos. Tras el intento de acoger una gran colección de libros copiados a mano había dos consideraciones fundamentales: primero el lujo y el gusto por lo antiguo y segundo el acceso, porque la copia a mano era también una manera de conseguir libros que ya no circulaban. Las copia a mano, era también una forma de obtener un hábeas coherente de trabajos sobre un tema determinado.

Las personas más entendidas pronto comprendieron también que con el aumento y abundancia de libros, también se aumentaría el número de errores. Un error aparecido en una copia, aparecía en todas y no había ningún control cono lo había al cotejar manuscritos individualmente preparados.

El primer crítico más famoso de ediciones impresas es el inmensamente sabio abad Johannes Trithemius, del monasterio benedictino de Sponheim, cerca de Francfort. Escribió un libro impreso en 1492, en alabanza de los escribas, que elogiaba la vieja tecnología. Años más tarde, en una crónica del monasterio de Hirsau, él mismo elogiaba la imprenta. Alguna de sus críticas lo distinguen de un típico adulador. Lo escrito en pieles podía durar mil años, pero lo escrito en papel.... Según él la mejor calidad del manuscrito como material y el valor agregado por los copistas y los iluminadores, también contrastan con la edición impresa. Al final los errores de imprenta y las críticas que provocaba no importaban.

Con todos estos fenómenos producidos por la aparición de la imprenta, la dominación social que hasta entonces se había ejercido desde los monasterios, se marchitó rápidamente y la capacidad de la institución para sobrevivir dependió de su capacidad para adaptarse al nuevo ambiente tecnológico. Uno de los críticos más importantes de Trithemius fué McLuhan, quien en los años sesenta argumentó que los medios determinan fuertemente la historia social. El trabajo de McLuhan es de gran valor, pero no tiene el valor que parece tener. Es instructivo, estimulante y cautivador, pero sus profecías no se prestan por sí mismas a aplicaciones prácticas.

Casiodoro usó el códice moderno para mostrar los nuevos tipos de textos que su tiempo había producido dándose cuenta de que la continuidad cultural, radica en la memoria, es decir, en el recuerdo de lo que ya no existe.

La relación entre el escritos de las palabras y el propietario de la impresión se hizo problemática. Durante mucho tiempo continuó el viejo modelo de apoyo a los escritores: el mecenazgo, es decir la subvención del escritor por alguna persona o institución. El copyright tal como se conoce, es una invención del SXVIII y aparece, no por coincidencia, pero sí sin mecenazgo alguno. Creo una manera de compensar a los autores por sus palabras y creo un procedimiento por el que los lectores pudieran usar esas palabras con libertad y responsabilidad.

La idea de que las palabras podrían se una propiedad y que el autor podría controlar dónde, cuándo y cómo se podían dar a la imprenta otorgó a los autores un lugar preeminente en la economía del libro impreso. Un tema muy complejo es si el copyright sobrevivirá en un ambiente en su mayor parte electrónico. En treinta años hemos visto la amenaza de las fotocopiadoras y sus violaciones del copyright.

Esta evolución es preocupante. La restricción excesiva engendra la demanda de acceso. La cultura emergente de internet, con posibilidades tecnológicas muy diferentes de las del mundo de la imprenta, bien puede encontrar nuevas maneras de concebir el mundo de la economía de la información.

El mercado por donde se ha distribuido hasta ahora esta información académica y científica con la imprenta, es algo artificial. Sin embargo la tecnología electrónica de la red tiene una potencialidad inmensa para el acceso democratizado a la información: el mismo ordenador y el módem pueden traer el mundo a nuestra dirección de correo electrónico, aunque nos encontremos a miles de kilómetros de la biblioteca más cercana.

La recuperación del contacto con el mundo griego a finales del siglo XVIII y principios del XIX contribuyó a la creación de un siglo de actividad intensiva en los estudios académicos de los clásicos, que trascendió los círculos de especialistas incluso en Gran Bretaña. El más leído de estos relatos es una historia titulada “Regulus”, que comienza con la clase en marcha traduciendo un trozo difícil de la poesía de Horacio, el relato de un romano heroico que se inmola.

Se hicieron muchos trabajos con las obras de los clásicos griegos y latinos en la Inglaterra victoriana, pero su papel como modelos perfectos y ejemplos inteligentes de lo que se debía evitar, era magnífico. La particular intersección de imperialismo, virtud varonil y veneración por la antigüedad es una característica creación de la época victoriana tardía.

El siglo XIX también se puede considerar como la culminación del concepto de salvación en las Sagradas Escrituras, que mantuvieron un fuerte dominio en la imaginación y en la ciencia e, incluso, en los más clásicos académicos. Es destacable el sincretismo indiferente de ideologías y la expectativa transparente de que Grecia, Roma y la Biblia cristiana apoyaban y justificaban al británico de aquél tiempo, una creencia sin embargo nada destacable porque se compartía en otros países del momento. Así pues, el volverse a fijar en Grecia fue una decisión consciente adoptada por las élites más avanzadas del momento. Gran parte de esa veneración clásica del pasado latino sobrevivió intacta en la Edad Media, y su clasicismo fue en si mismo una razón por la cual la idea parecía muy familiar. Sin embargo, fue el Renacimiento el que consiguió relanzar a los clásicos a diferencia de los siglos anteriores oscuros, que los despreciaron.

La Ilustración, por su parte, fue un intento deliberado de hacer un hueco en el paisaje cultural para una visión no cristiana de la vida. Desde la Revolución francesa hasta la Primera Guerra Mundial, surgió la sociedad liberal en el norte de Europa, mantenida por su ilusión de un dilatado futuro, feliz y pacífico, con su predominio de la escena mundial hasta hundirse en la guerra de 1914. Vivimos con una idea de nosotros mismos que está décadas atrasada, considerándonos como jóvenes, libres e incorruptos. Cuando nuestra economía muestra señales de avanzar un poco menos, pasando sobre el resto del mundo de lo que ha sido nuestra costumbre, nos hundimos en la recesión e imaginamos perspectivas pesimistas. No vemos que hemos envejecido y llegamos a ser mayores y que nosotros somos ahora para el mundo lo que Europa era hace cien años. Mientras discutimos sobre qué mito civilizatorio occidental escogemos, traicionamos el pasado usándolo como una proyección de nosotros mismos, y traicionamos el presente achacando nuestros problemas, ya no a nosotros mismos, sino a nuestro pasado.

El tema de la civilización occidental es hoy controvertido por dos motivos: el primero es puramente ideológico, envuelto en discusiones sobre el presente sin que haya un acuerdo sobre el pasado que se ha de seleccionar. El segundo motivo es que no podemos pensar en nada mejor: la vitalidad continua del tema es por sí misma una señal del fracaso de la imaginación.

El San Agustín que el mundo moderno recuerda no se parece al Agustín de las enciclopedias. Allí es una figura solemne de gran poder intelectual, un hombre de palabras y argumentos, definido por sus doctrinas. Ninguna historia del pensamiento occidental está completa sin el pensamiento de él. Es cristiano y platónico a la vez, recurriendo a otras dos etiquetas que enmascaran muchas más diferencias que la unidad que aporta. En los tiempos modernos hemos descubierto a un Agustín brutal y tiránico, que realmente no es el que fue. Por eso podemos hacernos la siguiente pregunta: “¿Cual es el remedio para nuestra inclinación a juzgar el pasado según los valores del presente?”. Creemos que sabemos la historia de Agustín, cuando lo que sabemos es la historia que Agustín contaría. El Agustín que puede surgir de una aplicación uniforme de estas líneas de razonamiento está muy lejos de destronar al Agustín que hemos creado a partir de sus concesiones.

El ciberespacio es un lugar en donde hasta las cosas serias se tratan sin dificultad. Un Agustín on-line crea un terreno más propio de Agustín, que facilita la navegación más poderosamente de lo que se puede hacer con cualquier archivo de materiales impresos, y que conecta preguntas sistemáticas y comprensivas que generan resultados desde todos los ángulos de una obra magna. Pero la práctica de la palabra escrita gradualmente cambia el locus de la verdad desde el individuo hasta la página. La evaluación ya no estará basada en la fiabilidad del hablante, sino en la manipulación externa de las palabras de una página. La verdad es independiente del hablante y, de esa manera, externa a los seres humanos. El entorno electrónico tiene capacidad para derrotar la dignificación: no hay progreso lineal en la Historia, sino progresiones vacilantes en muchos frentes, por lo que el pronóstico se hace mucho más complejo. Se pueden hacer conjeturas sobre algunas cualidades del futuro, pero es imposible explicar cómo obrarán recíprocamente esas cualidades, y esa incertidumbre deja para nosotros la tarea.

En el mundo moderno, mundo de las apariencias y el ser material, está lleno de distracciones y de confusiones, pero las artes liberales al ofrecer un dominio de la lengua y de los números, distraerían a la mente de los encantos de este mundo, y la elevarían en etapas sucesivas desde este mundo hasta otro superior. Las diferentes artes liberales apuntaban en la misma dirección: en términos neoplatónicos “el Uno”; en términos cristianos Dios.

Nuestra visión institucional ha fracasado cuando nuestros decanos o estudiantes no tienen claro qué tienen que ver los clásicos con la sociología, o cuando nadie sabe qué pueden ofrecer las artes liberales, al empresario que vuela a Japón con una distracción ociosa y un sentido de superioridad cultural.

La tecnología hará lo que siempre hace: proporcionar herramientas. Esas herramientas es posible que puedan formar a sus propietarios, pero con toda seguridad son siempre instrumentos con los que aquellos podrán intentar lograr sus propios fines. Las tecnologías ahora disponibles derriban banderas, borran límites y facilitan conexiones.

Cuando usamos la tecnología para vincular lo verbal y lo cuantitativo de forma nueva, nos damos cuenta de que esto ha sido siempre una posibilidad. Un campus virtual como el de ahora puede hacernos facilísimo recorrer largas distancias. El ciberespacio ofrece una versión más flexible de la realidad institucional, donde podríamos encontrar una manera de convertir ese trabajo en algo fundamental. Los departamentos tienen alineaciones disciplinarias útiles, pero no son la única manera de concebir las relaciones intelectuales de una facultad.

El estudiante de disciplinas aplicadas tiene las perspectiva del éxito económico y el fuerte prestigio estadounidense del dinero, mientras que estudiantes de letras y ciencias son inducidos por sus tutores a aceptar una perspectiva económica inferior a cambio de un prestigio más venerable, pero quizás ahora más desgastado. Los humanistas audaces e imaginativos encontrarán una manera de saltar esta barrera.

La tecnología puede ser deshumanizadora y distanciadota, por eso la educación no va a consistir ya simplemente en transmitir la información sino que la parte más valiosa de todo esto será el contacto personal que motiva, estimula y orienta. El profesor del futuro ya no será lo que era cuando la Universidad incluía todos los estudios en una única ubicación. Por tanto, los nuevos profesores serán un punto de contacto con el mundo más allá del campus universitario.

Una universidad no es una empresa, sino una comunidad cuya función es proporcionar una plataforma estable para la actividad individual de lo que llamamos “el estudio”. Pero la institución como tal pierde y perderá su capacidad para proporcionar esa plataforma si no reacciona como lo haría una empresa. Esto supone un desafío para nuestras universidades.

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domingo, 6 de mayo de 2007

ECONOMÍA MORAL DE LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA.

Fernando R. Contreras

Comentario resumen de Andrés Campoy

En la introducción el autor parte de la base de que todos tenemos pequeñas y grandes diferencias en nuestro modo de observar las cosas, y estas diferencias precisamente en muchos casos son el punto de partida de graves conflictos entre los grupos humanos.

El ver o no las diferencias, siempre es consecuencia de intereses creados. Y en esta sociedad interconectada, en la que confluyen multitud de intereses, las diferencias se hacen más patentes. El interés se observa incluso en los países en conflicto, en los que los medios son controlados por las fuerzas del poder, pero con fines partidistas y con la aparición de las nuevas redes de información están surgiendo efectos muy interesantes en los procesos comunicativos. Desde otro punto de vista, las nuevas redes de información, también pueden transformarse en grandes redes de solidaridad entre culturas diferentes, como ya demuestran algunos ejemplos mediáticos.


La sociedad interconectada ha generado una comunidad virtual cuyos componentes están unidos por unos valores simbólicos, más que por unas fronteras geográficas. En estas modernas redes, también surgen enfrentamientos, generalmente por la carencia de un sistema superior de razones o argumentos; por ejemplo, la universalidad de la dignidad humana y sus libertades..

Hay que tener en cuentas que las Tecnologías de la Información no solo han mejorado nuestras condiciones de vida y nuestras vías de comunicación, sino que también han aumentado nuestras responsabilidades y compromisos a escala planetaria.

En el intercambio de información surgen conflictos porque estamos obligados a convivir en un mismo escenario individuos muy diferentes. Este escenario virtual, es lo que llamamos cibercomunidad. En ese integrismo tecnológico, quedan grupos no integrados, fuera del círculo de influencias de los procesos de tecnificación de la comunicación. Estos grupos se sienten marginados e incluso desarraigados de sus verdaderas raíces, cuando son obligados a un orden técnico que no aceptan sus tradiciones.

Michaud explica un nuevo vocablo político:<> con el que pretende describir el impacto mundial de los conflictos locales, que son al mismo tiempo globales y locales. Los procesos global y local, simultáneamente, han supuesto que la mundialización de los conflictos vaya paralela a la mundialización de la economía, de la política y también de los intercambios comerciales. Un ejemplo de conflicto tecnológico en la sociedad interconectada, surge en Estados Unidos cuando comienzan las primeras medidas represivas en 1995 con el arresto por el FBI de un grupo de individuos acusados de tráfico de pornografía infantil en la red. Ese mismo año el senador James Exon presenta un Proyecto de Ley sobre “Decencia en materia de comunicaciones”.

Con la implementación de las redes transnacionales de información, han aparecido unas ciberculturas que se caracterizan por la creación de nuevas identidades relacionadas con el desarrollo tecnológico. Podemos afirmar en el ámbito de la comunicación que las tecnologías de la información integran, gestionan y controlan los grupos humanos que forman las sociedades interconectadas y excluyen, marginan y discriminan todas las comunidades humanas que no implementan el orden tecnológico en sus cultura. Las nuevas tecnologías de la comunicación y su socialización, pueden imponer con su actuación valores extraños a las tradiciones ancestrales, reprimiendo manifestaciones propias de otros escenarios y proporcionando un marco idóneo a los enfrentamientos y comportamientos violentos. Por ello, es necesario distinguir en esta convergencia de intereses cuales son los límites de las acciones sociales que promueven las políticas de desarrollo basadas en la implementación de esas tecnologías.

La hibridación cultural, tan presente en la historia de las civilizaciones, es vista como una amenaza, pues el sujeto es desbordado por la masificación del medio y no la masificación de mensajes como ocurría con los medios masivos. También la acción debilitadora de las normas, la pérdida de lo legítimo o lo q1ue podría ser legítimo, el cinismo de lo digital que elimina los valores institucionales y aquellos propios de la dialéctica que establece el individuo con la sociedad para producir su propia identidad, pueden generar el choque cultural, con su correspondiente dosis de violencia. Siendo los primeros obstáculos los lingüísticos, económicos y los políticos.

Debemos contar con el desequilibrio entre las naciones y el efecto de la globalización cuyos contenidos pueden provocar no solo la uniformidad cultural sino la lingüística, de ahí que los países más desarrollados estén poniendo en práctica, planes para defenderse de esa conquista idiomática.

Por otro lado,, el efecto de uniformización cultural es producto de la acción globalizadora sobre los países en vías de desarrollo. Esto conlleva graves consecuencias. Entre ellas, cabe destacar la marginación y eventual desaparición de culturas frágiles y comunitarias, el debilitamiento de las bases culturales, las tendencias al repliegue a posiciones exclusivamente individualistas con contenidos religiosos o ideológicos de tipo extremista y la amenaza de violentas oposiciones interétnicas.

Sin embargo, la multiplicidad y las contradicciones locales, benefician las innovaciones del mercado y permiten la competencia mundial. Por eso volvemos al vocablo . La deslocalización y re-localización consideradas conjuntamente tienen ciertas consecuencias múltiples, pero ante todo ponen de manifiesto que las culturas locales ya no pueden justificarse, determinarse ni renovarse contra el mundo. En conclusión, se da un renacimiento de lo local no tradicionalista cuando se translocalizan globalmente particularismos locales y, en este merco, se renuevan de manera conflictiva. Quizá en este aspecto, la postura más tolerante y más difícil de sostener sería la de aceptar una identidad nueva, resultante de la fragmentación cultural.

La es un proceso a través del cual una forma cultural, se traslada de un lugar a otro y allí entra en interacción con las formas locales, influye en ellas y produce nuevos híbridos culturales. Este proceso no solo activa la circulación de símbolos a través de medios masivos de comunicación y redes de información. También participan en este fenómeno los movimientos de las personas. La cultura define lo que la gente valora y lo que le mueve a entrar en disputa, indica así mismo formas adecuadas de comportamiento en determinadas clases de controversias y configuran las instituciones en las que dichas controversias son procesadas. Para Aronowitz “La cultura es una compleja y dinámica ecología de las personas, cosas, cosmovisiones, actividades y escenarios que fundamentalmente permanece estable, pero que también va cambiando en virtud de la comunicación de rutina y la interacción social. La cultura es un contexto”. Este contexto, alcanza la condición de paradigma tecnocientífico.

La tecnología es considerada desde la perspectiva ontológica como un instrumento que observa continuamente nuestras vidas desde que nacemos; y también desde una perspectiva fenomenológica es un elemento reductor en la construcción de un mundo más conectado, pero también más cerrado. Todo cuanto acontece es controlado continuamente, apropiándose del flujo continuo de la vida. Este fenómeno es conocido como ciberespacio, que existe en ninguna y en todas partes, y que consiste en una especie de tabla rasa en el sentido de que se construye y se reconstruye constantemente, se escribe y se rescribe mediante la interacción simultanea de todos los usuarios de la red y su consiguiente reelaboración de la misma.

La cibercultura avanza más en el campo teórico que en la propia interacción social. Progresa sobre proyectos e ilusiones que se construyen incluso antes de materializarse. La comunicación en el cibermundo se mide tomando la referencia del tiempo real en términos informáticos, es decir, espacio y tiempo simultáneo que condiciona la vida virtual.

Finalmente, la dimensión pragmática en la comunicación que surge en esta peculiar comunidad implica otras nociones discursivas: multimedialidad, hipertexto, hipermedia, velocidad, virtualidad, hiperrealidad, computabilidad, simulación e interacción. Todas estas propiedades de la comunicación, nos permiten delimitar una semiología de la tecnificación.

Como las comunidades se tecnifican mediante el perfeccionamiento de las infraestructuras tecnológicas, los servicios privados y públicos que producen estas infraestructuras y mediante la mejora de los contenidos que ofrecen las empresas y las instituciones públicas. Los grandes retos de estas comunidades consisten básicamente en: La liberación del espacio; la protección de las redes (regulación); la seguridad de la información codificada; la regulación de las competencias de las industrias TICs; la regulación de la competitividad empresarial; el uso de internet; la regulación del comercio electrónico.

La innovación por tanto es necesaria porque completa el ciclo de cambios sociales y culturales. Las tecnologías surgen de la sociedad y producen efectos en ella en función de la aplicación desarrollada. El control de las grandes multinacionales sobre la industria de contenidos, proviene precisamente de dominio de los estándares tecnológicos.


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