domingo, 15 de abril de 2007

Debate sobre la agresividad en los foros de Internet

mariomorales.info
El retiro de la columna de Daniel Samper Pizano del sistema de foros, las nuevas estratagias de los medios,entre ellos el diaro El Tiempo, para controlar el fenómeno y las posturas de columnistas y analistas como Marianne Ponsford conforman el debate sobre qué hacer con la agresividad en los foros de participación en Internet. Aquì los informes y opiniones.
Así funciona el mecanismo cerebral tras los insultos en Internet
Se preguntan cómo fomentar la participación de su audiencia sin poner en riesgo su propia imagen y las reputaciones ajenas.
Publica El Tiempo.
"No se ha construido EL TIEMPO durante casi un siglo para ponerlo al servicio de estos hampones", sentenció el columnista Daniel Samper en su Cambalache del miércoles, donde anunció que se retira de los foros de eltiempo.com en respuesta a los insultos que algunos usuarios escribieron al pie de la noticia sobre el fallecimiento de su hermano Juan Francisco.
Al día siguiente, el portal lanzó un programa de "comentarios destacados" para premiar a los lectores que acostumbran a aportar opiniones respetuosas y constructivas.
A partir de ahora, lo que ellos expresen aparecerá resaltado, mientras que los demás participantes deberán conformarse con un espacio al que se accederá mediante la pestaña 'otros usuarios'.

Esta estrategia se suma a la revisión de los foros, practicada las 24 horas del día por una o más personas encargadas de retirar los mensajes que exceden las términos y condiciones de uso del sitio web, incluido su código de ética (http://www.eltiempo.com/participacion/CODIGO_ETICA/codigo_etica.html).

El problema de los insultos no es exclusivo de las páginas colombianas. En Estados Unidos, la versión electrónica del diario Orange County Register tuvo que modificar su foro para comentar noticias apenas 6 semanas después de lanzarlo, debido a las quejas por las opiniones fuera de tono.

El catalizador de la decisión fue el caso de April Branum, la californiana que dio a luz a su primer hijo unos días después de enterarse de su embarazo, camuflado bajo 200 kilos de masa corporal.

Varios textos publicados en Internet bromeaban sobre su peso. "Una cerda es una cerda", escribió alguien. Otro sugirió que debía inscribirse en uno de esos programas de TV donde los concursantes tratan de perder peso.

Algunos, basados en una foto de la casa de Branum, emitieron juicios sobre su capacidad para mantener en orden un hogar. Y, por supuesto, no faltó quien le pusiera apodos.

Ahora, entre otros cambios, OCRegister.com informa más en detalle sobre qué se espera de los comentarios y los motivos para borrarlos.

Yahoo News fue más radical. En diciembre desactivó sus foros, con el objetivo de buscar un sistema que le impida 'sentarse en la palabra' a un pequeño grupo de extrovertidos. "Queremos elevar el nivel de la conversación", resumió Brian Nelson, portavoz de la compañía.

En su momento, The Washington Post y Los Angeles Times también tuvieron que abortar sendas iniciativas de abrir a la opinión pública sus páginas editoriales.

El permanente debate entre los beneficios de interactuar con los usuarios y los daños potenciales de esta apertura quedó reflejado en una encuesta respondida recientemente por los responsables de las ediciones web de 43 de los periódicos más influyentes de América Latina.

El 68 por ciento considera que las herramientas mediante las cuales los lectores generen contenido son una revolución para el periodismo. De hecho, el 64 por ciento permite comentarios a sus notas.

También son mayoría los que confían en el libre flujo de la información, pues solo el 30 por ciento cree que las opiniones deben ser reguladas para que no causen daños.

Sin embargo, cuatro de cada diez portales que no han incorporado el recurso de los blogs admiten que, aunque cuentan con la tecnología para hacerlo, les preocupa la falta de mecanismos para controlar la participación en línea.

Ante la persistencia del fenómeno, algunos analistas empiezan a plantearse si las injurias, vulgaridades, amenazas y consignas sectarias -que en otra época difícilmente habrían trascendido la mesa de la cocina o el baño de un estadio- son el precio del avance tecnológico. La mayoría, no obstante, se sigue preguntando si es posible hacer algo al respecto.

Las respuestas a estas cuestiones pasan por muchos campos, inclusive el penal, y son tan complejas como Internet misma. Al fin y al cabo, se trata de un invento que en poco más de una década ha revolucionado desde los quehaceres más sencillos (enterarse de las últimas noticias, por ejemplo) hasta la forma de hablar.

Del dicho al hecho...

"En Internet se habla sin pensar, pero si a los usuarios les pidieran firmar con su nombre los comentarios, como en una carta a un diario tradicional, muchos se avergonzarían", sostiene Jeffrey Cole, director del Centro para el Futuro Digital, de la Universidad del Sur de California.

El filólogo Mariano Lozano, ex jefe del Departamento de Dialectología del Instituto Caro y Cuervo, va un poco más allá: "Aunque está basado en signos, el lenguaje que se usa en Internet no es escrito, sino oral. El texto escrito es el que se perpetúa y esto no ocurre con lo que se dice en la red. Creo que buena parte del problema de los insultos radica en la irresponsabilidad que rodea a lo efímero".

BERNARDO BEJARANO G.
REDACTOR DE EL TIEMPO
CON INFORMACIÓN DE AP

GUARDIANES DE LA REPUTACIÓN EN LÍNEA
Las calumnias en Internet son tan frecuentes y perjudiciales que ya surgió quien las convirtiera en negocio. "A una persona le toma 20 minutos destruir tu reputación y no le cuesta nada", dice Michael Fertik, dueño de Reputation Defender, una empresa que emplea a 40 "agentes" de medio tiempo, cuya misión es buscar y destruir contenidos ofensivos en la red. "Borrar algo puede tomarnos hasta 200 horas", compara este abogado, que fundó la compañía el año pasado.

Su clientela abarca desde víctimas de comentarios en páginas para conocer pareja hasta personas que se sienten maltratadas por textos publicados en redes sociales como MySpace.com.

Fertik ofrece "un servicio de relaciones públicas para el ciudadano común". Sus tarifas arrancan en 10 dólares (unos 22.000 pesos) mensuales por una búsqueda exhaustiva de referencias en Internet.

La parte de la destrucción comienza con el envío de una carta muy cortés al portal. Si no hay respuesta, se puede amenazar con una demanda. JOCELYN NOVECK (AP)

DANIEL SAMPER SE VA DE LOS FOROS VIRTUALES

El periodista Daniel Samper Pizano anunció su retiro de los foros de eltiempo.com "con tristeza e indignación", según escribió ayer en la sección de columnistas de ese sitio en Internet, que hace parte de la Casa Editorial EL TIEMPO.

"Me niego a seguir patrocinando un espacio de insultos, calumnias y amenazas", anotó al comienzo de su columna.

El hecho que lo llevó a tomar la decisión, según explicó, ocurrió la semana pasada, cuando, con motivo de la muerte de su hermano Juan Francisco el foro recibió gran cantidad de mensajes insultantes, de los cuales Samper transcribió algunos en su columna.

Esta es la segunda vez que cierra el foro para su columna 'Cambalache'.

Si bien reconoció que muchos mensajes enviados en esta oportunidad se mostraron solidarios con él y en contra de los improperios, y que algunos foristas propusieron más control, el periodista prefirió prescindir del foro.

En ese sentido, dijo entender que los que emitieron las frases denigrantes eran una minoría, pero dejó claro que no puede dejar pasar la situación: "También son una minoría social los delincuentes, ladrones y asesinos, y para combatirlos existen códigos, jueces penales, la Policía y el Ejército. Todos los autores de estos mensajes (y de otros mucho peores) están inscritos en eltiempo.com y llevan meses insultando desde su buzón y con su apodo, amparados por la más insólita impunidad", expresó.
Por eso opina que lo que debería ser un espacio para la crítica sana e interesante ha sufrido un gran deterioro.

El columnista advirtió que, ya sin el foro, continuará recibiendo los comentarios de los lectores en el correo de la columna (cambalache@mail.ddnet.es).

"Hace un tiempo, 'Cambalache' se marginó de los foros por higiene y respeto al periodismo, y regresó cuando le prometieron que un nuevo sistema impediría la entrada de quienes pretenden convertir tan extraordinaria herramienta en excusado. Está visto que no lo consiguieron. Por eso, a partir de la presente columna, su autor se retira de los foros con tristeza a indignación".

Sobre las ofensas de algunos floristas

"Ya había visto vergüenza parecida cuando murió Luis Guillermo Vélez, cuya memoria fue también objeto de inaceptables dicterios".
Daniel Samper Pizano, columnista.

MASCARAS
(Por Marianne Ponsford columnista de El Espectador)

La última columna de Daniel Samper Pizano rezuma dolor e indignación. Y sobra decir que ambos están justificados, ante las agresiones verbales e insultos que ha recibido en los foros virtuales, algunos de los cuales transcribe en su columna.
Marianne Ponsford

sábado, 24 de marzo de 2007

Pero se equivoca Daniel al decir que quienes escriben en tono injurioso o vulgar son vándalos y hampones. Es muy probable que esa misma persona que lanza un vituperio infame en la red sea un ciudadano correcto en su vida cotidiana, un hombre simpático, educado, amable. O una mujer dulce y discreta.

Una de los pocos vocablos cuya etimología conocemos bien (quizás por lo desconcertante que nos resulta) es “persona”. Se ha dicho cientos de veces que “persona” viene del latín persona, que significa máscara de actor o personaje teatral. Y si buscamos la definición de persona en el diccionario, más allá de la definición primera de “individuo de la especie humana”, encontraremos que el vocablo alude a un individuo con excelentes calidades humanas. O sea que mientras “más persona” se es, mejores seres humanos somos. Lo que equivale a decir —no sin cierta argucia retórica— que el fingimiento, que la impostación, que la actuación frente a otro es lo que constituye o saca a relucir las mejores virtudes del hombre. Al fin y al cabo, “actuar” no sólo es representar un papel en un escenario, sino también es sinónimo de entender y de obrar, de hacer.

“La virtud es social”, dice un verso de Phillip Larkin (en un breve y extraordinario poema llamado Vers de Societé). En ese mismo poema, Larkin dice que sólo los jóvenes pueden estar solos libremente, y que en realidad estar solo es un asunto muy difícil. Que sentarse bajo la luz de una lámpara no trae necesariamente paz sino otras cosas, porque tras esa luz se esconden el fracaso y el remordimiento.

Me parece que es desde estos apuntes que debemos leer los mensajes que se publican en la red. Quien escribe un mensaje en un foro virtual no sólo está solo, sino que no tiene nombre ni rostro ni apellido. No es persona. O por lo menos hay que admitir que internet le abre la rara posibilidad de no serlo. No abre la boca ni es oído. No será juzgado por lo que dice porque es anónimo. En cierto sentido, no existe. Es sólo un mínimo fragmento de un ser humano.

Por eso, no creo que sea cierto —como arguyen algunos editores de esos mensajes en internet— que los mensajes insultantes revelen la frustración de muchos colombianos. O su amargura. O que sean una muestra genuina de la idiosincrasia nacional. Creo que revelan algo sobre la condición humana que no tiene que ver con nacionalidades ni historias patrias. Y que tiene que ver la posibilidad de expresar aquella parte de nosotros mismos que se niega a ser condenada a ser, siempre, un ser social, un ser enmascarado, un ser supeditado a ser para otro, a ser frente a otro. Aquí es donde cobra sentido la famosa frase de Sartre “el infierno son los otros porque me miran”.

Quien insulta en la red expresa algo atávico, nuestra agresividad primitiva, la tentación de no tener que responder ante nadie. Y es, por tanto, un ser despersonalizado. Por eso, y a pesar de la dificultad que entraña para quien recibe los insultos, éstos deben ser simplemente ignorados, desechados inmediatamente de la memoria. Porque no son pronunciados, en la inmensa mayoría de los casos, por personas. Son dicterios del residuo del psicópata antisocial que todos llevamos dentro y al que algunos pocos quieren dar voz de la única manera posible: quitándose la máscara que nos convierte en personas.


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